sábado, 26 de junio de 2010

Cada año se vierten al mar tres millones de toneladas de petróleo

Los vertidos petroleros son los desafortunados protagonistas de buena parte de las catástrofes ecológicas que dan al traste con kilómetros y kilómetros de ecosistemas y espacios naturales. Alrededor del 0,2 por ciento de la producción mundial de petróleo acaba vertido al mar cada año. Nada menos que tres millones de toneladas perdidas y sobre todo, muy contaminantes.



Y no sólo eso, los desmanes de las petroleras se ramifican en múltiples tentáculos de malas prácticas. El respeto a los derechos humanos de los habitantes de las comunidades emergentes parece estar en la cuerda floja a juzgar por casos como el de Shell, cuyas explotaciones en el Delta del Níger generaron miles de millones de dólares en ingresos pero contribuyeron a empobrecer a la población de la zona, que vive con una media de 80 céntimos de euro al día, al arruinar mediante la destrucción de las tierras de cultivo, la mayoría de los medios de subsistencia de los habitantes de Níger y Nigeria.

Mucho más recientes son los vertidos de British Petroleum, que todavía humean mientras el mundo exige una reclamación y Barack Obama se une a las diatribas reclamando la creación de un fondo de compensación de 20.000 millones de dólares para las víctimas del vertido en el golfo de México. British Petroleum, por muy de verde que se vista, ha sido seriamente tocada por este desastre, ya que además de tener que hacer frente a pagos millonarios, su imagen de marca se ha visto seriamente dañada y sus cotizaciones en bolsa han caído un 35 por ciento desde que comenzó su vertido.


Elegir la responsabilidad


Ante tal panorama, no es extraño que las petroleras pugnen a toda costa por subirse al carro de la “responsabilidad social”, se afirma en un artículo de Intelligence & Capital News, una web dedicada a economía mundial. Además de responsabilidad social buscan, ante el descalabro de BP, “el respeto medioambiental y la transparencia de cara a unos grupos de interés especialmente susceptibles”.

Petrobras es una abanderada de esta nueva imagen. La brasileña ha presentado recientemente su Plan de Negocio 2010-2014 “haciendo hincapié en una mayor aportación de fondos al segmento de biocombustibles, reorientando la estrategia a la adquisición de participaciones con el objetivo de convertirse en un importante plácer en el mercado, asegurando el dominio tecnológico para la producción sostenible de biocombustibles”, según el portal on line de economía.


La responsabilidad social y ambiental es uno de los pilares de la estrategia corporativa que ahora enarbola Petrobras, la empresa de energía natural brasileña, en teoría semipública pero con importantes inyecciones de capital extranjero.


Ha pasado en un solo año de estar en el puesto 37 de empresas mundiales al puesto octavo, y en 2009 fue una de las 10 compañías mundiales que más se revalorizaron. Su gran baza está clara: los biocombustibles, cuestionados por encarecer los alimentos y por necesitar tales cantidades de agua que son una de las causas más demostradas de la apabullante deforestación que se vive en América central y del sur, y en África.


Una deforestación implacable


En julio de 2009 la Amazonía brasileña perdió al menos 836,5 kilómetros cuadrados de floresta, lo que representa un 157 por ciento más que en igual mes de 2008, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).


Esta entidad oficial reveló que en el séptimo mes del año pasado fueron derribados 323 kilómetros cuadrados de bosques en el llamado pulmón verde del planeta, que alberga el mayor bosque tropical y las más grandes reservas de agua potable del mundo. Pese al alto crecimiento de la deforestación entre julio de 2008 e igual mes de 2009, el acumulado anual entre agosto del año pasado y el séptimo mes de 2009 es de cuatro mil 375 kilómetros cuadrados de bosques derrumbados, casi la mitad de lo reportado entre agosto de 2007 y julio de 2008, cuando fue de ocho mil 147 kilómetros cuadrados.

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